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Biogás, quizás sí, pero no así

Por muy renovable que sea el biogás, su producción no está exenta de emisiones contaminantes, y la burbuja que se está creando en torno al mismo me alerta sobre los verdaderos intereses que mueven los hilos.

Me pregunto, Fernando, si es muy acertado situar una planta de producción de biogás a escasos tres kilómetros del Hospital General Universitario Los Arcos y a dos kilómetros escasos (o menos) de diversos núcleos de población que en conjunto suman unos 3.000 habitantes (El Mirador, Tarquinales, la Grajuela). Me pregunto igualmente qué harías tú si tu vivienda habitual estuviera situada en esta zona.

Me resulta también como mínimo chocante que, sin haber aprobado el Plan de Ordenación Territorial de la Cuenca Vertiente del Mar Menor, que definirá los usos del suelo y la compatibilidad de las actividades económicas con la recuperación de la laguna salada, tu Gobierno y el Gobierno municipal de San Javier autoricéis la construcción de la susodicha planta de biogás en este municipio.

No menor preocupación me produce el proyecto de Enagás para Las Torres de Cotillas cuando leo en el documento de Estudio de Impacto Ambiental, en referencia a la descripción de las edificaciones, cosas como esta: «La única posibilidad de inundación -de la planta- solamente puede producirse con lluvias torrenciales en cantidad suficiente, circunstancia que no puede darse, a la vista de los registros históricos de pluviometría». A estas alturas, ¿quién se fía de los registros históricos?

Verás, Fernando, por muy renovable que sea el biogás -cuestión, cuando menos, debatible-, su producción no está exenta de emisiones contaminantes, y la burbuja que se está creando en torno al mismo me alerta sobre los verdaderos intereses que mueven los hilos. No en vano, España, que previó en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (Pniec) 2021-2030 multiplicar por cuatro su producción de biogás, ya ha duplicado esta previsión que, sin embargo, sigue siendo calificada por el lobby del gas como «poco ambiciosa» al estimar una capacidad productiva de biogás para nuestro país ocho veces mayor. Todo ello en concurrencia de intereses con al sector ganadero-intensivo, principal suministrador de la materia prima (purines) y que ve aquí una salida al efecto altamente contaminante de su actividad.

En este contexto, en lo último que se piensa es en los intereses de la ciudadanía, por mucha literatura verde con la que se adorne el proyecto. Quizás una breve moratoria para la redacción de un plan regional que regule las condiciones de instalación de estas plantas y para concluir el POT de la Cuenca Vertiente del Mar Menor sea cuestión prioritaria antes de vender el alma al lobby gasista.